Discurso - El derecho de la mujer para votar por Susan Brownell Anthony
Contexto:
Durante las elecciones presidenciales del año 1872
donde se impedía el voto de la mujer, Susan Brownell Anthony junto a catorce
mujeres mas lograron registrarse y votar acción por la cual serian arrestadas,
durante el juicio se le negó defenderse así misma y utilizar como argumento el
hecho de que por ser estadounidense tenia el derecho a voto, sin embargo el
juez le otorgo la palabra antes de que fuera sentenciada, momento que aprovecho
para realizar su discurso.
Análisis:
La importancia de este discurso durante un periodo
que representaba a la mujer una serie de dificultades extra y sin ninguna
justificación ni coherencia, sin duda alguna demuestra la capacidad de una persona
que toma la vocería por miles de mujeres que se oponían a leyes absurdas como
negar el derecho al voto por el simple hecho de ser mujer, ademas hay que
abonar su gran valentía para realizar este discurso durante su juicio y como
ella misma lo dice "ser juzgada por un tribunal de hombre", sin
embargo no es impedimento, durante su discurso expresa un buen conocimiento de
las leyes y de la constitución de Estados Unidos lo que permite que sus
argumentos tomen coherencia y fuerza, utiliza la palabra nosotros porque su
discurso también va dirigido a todas las personas que conforman el país y va
mas lejos mencionando que las mujeres como los hombres son humanos, por ende
ambos deben tener los mismos privilegios.
“Si su señoría, tengo muchas cosas que decir: … Privada de
los privilegios fundamentales de la ciudadanía, se me ha degradado del status
de ciudadana a súbdito…Su negación de mis derechos de ciudadana para votar constituye
la negación de mi derecho de consentimiento, en calidad de uno de los
gobernados; la negación de mi derecho a ser representada, en calidad de alguien
que paga impuestos; la negación de mi derecho a un juicio mediante un jurado
formado por mis semejantes, como una ofensora de la ley; por consiguiente en la
negación de mi sagrado derecho a la vida, la libertad, la propiedad, y…
[El juez interrumpió y ordenó a la acusada que se sentara,
pero Anthony simplemente continuó hablando]
[…]
Amigos y conciudadanos: me presento aquí esta noche acusada
del supuesto delito de haber votado en la reciente elección presidencial sin
tener el legítimo derecho para hacerlo. Será mi tarea de esta noche probarles
que con ese voto, no sólo no cometí una ofensa sino que simplemente ejercité
mis derechos de ciudadana, que se me garantizan a mí y a todos los ciudadanos
de los Estados Unidos en la Constitución Nacional y que ningún estado tiene el
poder de negarlos.
El preámbulo de la Constitución Federal dice:
"Nosotros, el pueblo de los Estados Unidos, para formar una unión más
perfecta, establecer la justicia, asegurar la tranquilidad doméstica, proveer
la defensa común, promover el bienestar general y proteger los beneficios que
otorga la libertad para nosotros y para nuestra posteridad, ordenamos y
establecemos esta Constitución para los Estados Unidos de América".
Era nosotros, el pueblo; no nosotros, los ciudadanos blancos
de sexo masculino; tampoco, los ciudadanos de sexo masculino; sino nosotros,
todo el pueblo que forma esta Unión. Y la formamos, no para entregar los
beneficios de la libertad sino para proteger los beneficios de la libertad; no
para la mitad de nosotros y para la mitad de nuestra prosperidad sino para
todas las personas -tanto mujeres como hombres-. Y es una burla descarada
hablarle a las mujeres del placer de los beneficios de esa libertad cuando se
les niega ejercer el único recurso que los garantiza y que este gobierno
democrático ofrece: el voto.
Para cualquier estado el convertir el sexo en un requisito
que siempre debe resultar en privar de derecho al voto a la mitad de la
población, es como promulgar una ley ex post facto y, por lo tanto, es una
violación de la ley suprema de la tierra. De esta forma los beneficios de la
libertad son retirados para siempre de las mujeres y de la posteridad femenina.
Para ellas este gobierno no tiene ningún poder legal que
deriva del consentimiento de los gobernados. Para ellas este gobierno no es una
democracia. No es una república. Es una aborrecible aristocracia: una odiosa
oligarquía de sexo; la más aborrecible aristocracia alguna vez establecida en
la faz de la tierra; una oligarquía de riqueza, en donde los ricos gobiernan a
los pobres. Una oligarquía de conocimientos, en donde los educados gobiernan a
los ignorantes, o, incluso, una oligarquía de raza, en donde los Sajones
gobiernan a los Africanos, podría durar. Pero esta oligarquía basada en el
sexo, la cual convierte a los padres, a los hermanos, a los maridos, a los
hijos varones en oligarcas sobre las madres, las hermanas, las esposas y las
hijas en cada uno de los hogares -que establece que todos los hombres son
soberanos y todas las mujeres súbditos- acarrea disensión, discordia y rebeldía
en cada uno de los hogares de la nación.
Webster, Worcester y Bouvier, todos definen al ciudadano
como una persona que en los Estados Unidos tiene derecho a votar y a ocupar un
cargo público.
La única pregunta que queda ahora por formular es:¿son
personas las mujeres? Y yo no puedo creer que algunos de nuestros oponentes tenga
la audacia de decir que no.
Siendo personas, entonces, las mujeres son ciudadanas; y
ningún estado tiene el derecho de hacer una ley o imponer alguna antigua
regulación que recorte estos privilegios o inmunidades. Por lo tanto, cualquier
discriminación contra las mujeres en las constituciones y leyes de los estados
es hoy en día nula y carece de validez, del mismo modo que lo es aquélla en
contra de los Negros.
[…]
De todos mis acusadores, desde el político y
dueño de la tienda de la esquina que interpuso la querella, pasando por el alguacil
de Estados Unidos, el comisionado, el fiscal de distrito, el juez de distrito,
hasta su señoría que esta sentado allí enfrente, ninguno de ustedes es mi
semejante, pero todos y cada uno son mis soberanos políticos…Bajo tales
circunstancias, un plebeyo de Inglaterra juzgado ante un tribunal de lores
hubiese tenido menos motivos de quejas de las que tengo yo, una mujer, al ser
juzgada por un tribunal de hombres…
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